martes, 23 de marzo de 2010

insatisfecha y en martes



Esta foto, junto con otras del mismo lugar la tomé en un rancho que se llama San José Cuiteco, fui a dar a ese lugar un fin de semana que pretendía llegar a Urique, la parte más baja de la barranca de Chihuahua, pero en el camino tomé una desviaci;on equivocada y no squedamos amedias con el carter roto habiendo perdido todo el aceite, después alguien pasó y nos ayudó, es una historia de la que quizás hable en otra ocasión, no hay día desde entonces en que no repita los hechos uno a uno cada noche o cada momento a solas en que no funciona la evasión, pasamos la noche en este rancho y a la mañana salí a caminar un poco ya que mi amigo trataba de reparar el auto y todos los demás hacían lo suyo, excepto yo, encontré el arroyo, y vi este reflejo, me quedé largo rato ahi sentada, de pronto comencé a hacer cuentas de los días que faltaban para mi menstruación, y me preguntaba si a mi amiga ya le habría llegado, pues estamos como suele ocurrir, sincronizadas. Pensaba que aunque nunca lo digo a mi me gusta la menstruación, es algo que no sé en que consiste, pero es algo que siento y que vivo con cierto disfrute, no me averguenza en absoluto...tomé las fotos, volví a la casa y minutos después me enteré de algo por una llamada que alcanzo a entrar a ese lugar lejano e incomunicado por las montañas y la sierra. Entonces lloré y lloré y mi amigo no sabía cómo ayudarme, de pronto lo sentí y fue un chorro de sangre, sentí mojado el pantalón y me fui al cuarto de baño a revisar, la vi correr, entre el llanto. Las emociones fuertes son así...cambié la ropa y me preparé para partir a Chihuahua escoltada por dos policías que me ayudaron a salir de ese lugar, me despedí y en el camino de regreso recorrí la sierra imaginando la sangre, pensando en la violencia, en todo el sentido que trato a diario de encontrarle a los detalles de la existencia. Pensaba en mi papá y seguía sin asimilar. Hoy, cuando fui al banamex a comenzar los trámites de cancelación de tarjetas y del seguro de vida, cuando la ejecutiva se portó como una cretina, la vi con desprecio y supe que es de las que siente asco de su menstruación y que seguramente se perfuma el chocho para negar su olor, sentí asco de ella y de la indiferencia y tuve que ser también yo una cretina arrogante para poder ser atendida. La ausencia de mi papá me obliga de repente a tratar de ser una adulta, algo que había estado evadiendo. Regresar a casa caminando ayudó a calmar la violencia que sentí, el deseo de incendiar ese banco de mierda. Me puse con los niños a hacer masa de sal para modelar para distraerlos de la televisión y distraerme de todo lo que hay por hacer.

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