martes, 13 de octubre de 2009

Y andaleeeeeee





La tía Chayo, Chayito Maldonado, una hermana de mi mamá, la veía poco, vivía en el pueblo, en Matachic, entre Guerrero y Madera, pasandito Tejolocachic, entre puntos intermedios Santo Tomás y San Isidro, se casó con Chú Romero, yo la veía como una mujer siempre alegre y sufrida, tenía a pesar de todo actitud, era dulce, cariñosa, bruta, graciosa, jovial, era muy blanca, más que yo o mi madre, y por la vida de asoleadas que llevó se veía mucho mayor que su edad,por sus arrugas, pero su sonrisa era muy jóven, la tía chayo tuvo con chú siete hijos, los amaba a todos, a cada uno daba su lugar y reconocía su personalidad, Tico, Chejo, Merry, Pelón, Gaby, Pedro, y el pequeño que dicen que es marica no recuerdo su nombre, es mariconsito el inocente lástima que está re guapo, dicen,. Desde luego que era muy dramática, que hubo momentos de fuertes peleas y golpes en su familia. Era una de esas mujeres que son de su hombre, lo amaba, Chú no era feo, alto, moreno, muy moreno, de mirada de ave nocturna, muy oloroso, sobaquiento (decimos acá), con mucha fuerza física, mucho orgullo, muchos complejos, poco brillante, muy digno, muy macho, muy consentido, muy abusivo, muy sexual. La quiso mucho, fue su gran amor, creo que la encontraba bellísima, también la aborrecía y le propinaba grandes golpizas, le dio siete hijos, todos sanos y fuertes, cinco hombres dos mujeres. Siempre fue capataz, ahora es uno de los policías del pueblo. Alcohólico embrutecido. Muchos años de lucha, hasta que la reina tuvo su propia casa, con su propia presencia y sus hijos y su hombre, antes, anduvieron por ahi, vivían en la Labor, luego en San isidro, de regreso a Matachic, en Madera, en Aldama, en el otro lado, cruzar, lograr pasar, regresar, tu aqui te quedas Chayito, nosotros chambeamos y te mandamos dinero y vas construyendo la casa y así, un día, Chú se enfermó en el otro lado, dice que cayó al suelo de fiebre y se convulsionó, una tos y un catarro muy fuertes, creyó que moriría, solo, tuvo miedo, al siguiente día se regresó al pueblo con Chayo y ella lo cuidó, a batallar de nuevo, no hay trabajo. Ya pasó mucho tiempo, Chayo ya sabe que Chu tiene otra. Simplemente quiso morir, eso dicen. Se murió del corazón, era muy jóven, ya tenía nietos, dejó muchos recados por toda la casa, instrucciones, consejos y alguna despedida. Le encantaba el baile y la música. Estas dos canciones ella solía cantarme y me hacía reír mientras me sonrojaba. Cada que me veía un tiempo que se hospedó en casa me decía y andaleeeeeeeeee. La labor, la huerta de ciruelos, el árbol de cerezas, la acequia, las rejas de manzana, el olor a manzana podrida, la pelusa de los membrillos, el vinagrón, la víbora, el río, si, el Papigochic, la cabaña junto al río, su risa china, sus arrugas, su voz, su mirada.

1 comentario:

Adrián Naranjo dijo...

Que precioso relato.
Por vívido y por precioso y porque Rulfo se quiso salir de la tumba cuando lo leí en voz alta.
Mis respetos.