jueves, 19 de junio de 2008

apegos





Todos dijeron su exposición, con fluidez, con actitud, sacaron la casta (como dice Yörch), todo terminó pronto, aplausos, agradecimiento de madres, despedida, un coro, gracias maestra, yo con los pelos de punta, les pedí que me regalaran sus dibujos, accedieron emocionados de sentir que me estaban haciendo un regalo. Por fin todo acabó, para las nueve de la mañana todo había quedado atrás, me puse a pasar sus calificaciones, sesenta nombres, sesenta personas, recorrí las listas y pensé en cada uno de ellos, en cada uno ¡chingao! por fin, ahora solo es pasado. Fui al Gelo’s compré algunas cosas que necesitaba, y otras que no necesitaba, entre ellas un litro de concentrado de té chai TAZO, conocí esa marca por ti, hará unos diez años compartías té tazo y hierba mate conmigo al comprarla pensé en ti y pensé en Nijta porque yo lo he compartido con ella y le gusta mucho, y me dije: a cualquiera de ambos que vea primero se lo voy a obsequiar, me fui a la oficina, me sentía ligera y pesada, se que chabacaneo mucho pero, así me sentía, ya ahí, instalada, tocaste la puerta y apareciste, meses sin verte, sin saber de ti, como siempre, sólo cuando tú quieres. Me esperaste a salir, llegamos a mi casa, te regalé hierba, pero no te relajabas, me pediste que te acompañara a tomar el camión, caminamos, llegamos a una tiendita, compraste una caguama, pediste una bolsa de plástico y un popote, yo quería que me tragara la tierra, la doña de la tiendita se reía de nosotros, caminamos, y me reprochaste que estoy hecha una burguesa, yo te dije para justificarme que sigo robando ropa de marca, que me gusta lo elegante, pero más cuando lo robo y que estoy limpia, nunca me han pescado, regresamos a mi casa, fumaste, toda la tarde te aislaste, te encerraste en ti mismo, te fumaste los tabacos de chocolate que le compré al mudo, trataste de robarme la tarjeta de memoria de mi celular, a las nueve me pediste de nuevo que te acompañara, ya no había camiones, caminamos nos despedimos y me pediste que me despidiera “bien” te abracé fuerte y te di un beso, sentí tu aliento, olías bien pero pensé en inhalantes, espero que sea solo una idea mía, te abracé y te dije cuídate mucho, te quiero, me dijiste: ¿que dijiste imbécil? Y yo sin soltarte: ¡Que te cuides pendejo!. Y te fuiste, no se cuando te veré de nuevo, como siempre, así son las cosas contigo.

2 comentarios:

odris dijo...

si a veces a si es la vida de ordinaria. me gusta tu sinceridad de contar la cosas que vives de esa forma.
suerte
garcias por tus comentarios.

Adrián Naranjo dijo...

La tarea de entendernos mejor se la dejamos a otros. El camino que seguimos solamente exige caminarlo. Saludos y nos vemos!