sábado, 4 de octubre de 2008

El santo de los ultimos días y su vieja amiga chabacana

Llevamos juntos la pubertad, mejores amigos, casi hermanos, hará unos ocho años que no cruzábamos palabra, de pronto me llama a casa de mi madre y esta le da mi teléfono, por fin me localiza y me cuenta todo lo que le ha sucedido esos años sin vernos, se casó, tiene dos hijos, está iniciando su trámite de divorcio, está destrozado, me da sus razones ella lo engañó…yo las analizo y las encuentro absurdas, el divorcio le costará perder su “carrera” religiosa, algo asi como sus llamamientos del sacerdocio y yo, que cada vez soy mas terrestre, no me imagino cargando esos pesos espirituales, encuentro que como amiga no tengo algo para ofrecerle más que honestidad, ya que no bebe alcohol, mucho menos fuma yerba, tampoco le puedo sugerir que se vaya de parranda como suelo hacer yo, ni que lea a Bukowsky o a Bolaño, es decir si puedo hacerlo pero lo enfrentaría a un mundo que desconoce totalmente, no tiene idea de lo que me he hecho, creo que se asustaría y ya tiene suficiente con sus propios demonios, pienso que me ha buscado porque está desesperado y tal vez en algún momento de nuestras vida fuimos refugio mutuo, qué tiempos, nada, yo no decía nada, solo escuchaba y lo ayudaba a tratar de poner en claro algunas ideas, el lloraba, y yo, bueno le decía cosas poco agradables, pero joder, al menos tuve el valor de hacerlo, sentía que no tenía nada para darte y que a final de cuentas sabías que al buscarme te sentirías mejor...luego nos despedimos prometiendo vernos mas seguido, reunirnos con “los demás”, al menos creo que sirvo para que la gente se desahogue…tan desesperado y solo estabas que me acudiste a este fucking mess, por que por mucho que me digas tu Dios parece haberte abandonado…es solo cuestión de aceptarlo...nunca estuvo ahí.

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