domingo, 19 de abril de 2009

Kafkiana

Gregorio Samsa. Se lee claramente. Lo confuso no es que ese nombre aparezca en mi carnet de elector y en todos mis documentos; lo extraño (lo aterrador) es que yo, antes de esta mañana, no me llamaba así, estoy seguro. Ayer mi nombre era otro que no puedo recordar; ahora todos me llaman Goyo. Incluso, mientras espero el bus en Tacubaya, alguien me grita ese nombre y yo devuelvo el saludo. Luego me interno en los peligrosos olores del mercado dudoso, en el mar de codos que portan gente. Piso un charco de color indecible y el laberinto se torna hermoso: una mañana, en vez de todo esto, despertaré (con suerte) convertido en cucaracha o escarabajo del estiércol.


Ruy Feben
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