miércoles, 1 de julio de 2009

enfant terrible






Como un choque, eso era, un choque conmigo misma, en el cuerpo de un hombre, cuando veía asombrada su librero se puso a buscar algo que me quisiera prestar, sugerí, de preferencia en español. Cuando yo no estoy, cuando la distancia nos aleja, si, esa carretera hasta Monclova, caminos tediosos llenos de hermosa flora desértica y cielo de revista de los testigos de jehová que ilustra el paraíso, mucha nada me separaba de su olor, pero no, yo te busqué en esa luz de la mañana, sólo pensaba en un modo de agradarte, tu, venías a mi en forma de inspiración, las fotos son tuyas, allá el clima es insoportable, ahí no vives sin refrigeración, el hotel, muy cómodo, pero cuando tenía frío de clima artificial, tu me llamaste y yo recostada en la cama con los piés en la ventana caliente, era reconfortante, tu voz en el teléfono largo rato y el calor entrando por la punta, recorriendo hasta sentir su calidez en mis ojos y cerrarlos con gozo, así intervienes a diario mi vida, mi única certeza es la muerte, mi opción predilecta es la vida, y más ahora que tú la transformas, la verdadera tragedia se ha desvanecido, te conocí, lo demás, perpetua gratitud. Luz natural decías en el teléfono. Luz natural, me repetía yo hacia adentro, que es lo mismo que hacia afuera. ¿Te he contado que estuve en una casa por la que pasa un río? y que escalé una montaña de trigo?, en este camino, me gustó el nombre de dos retornos: Retorno Renacimiento (ad hoc para el día que tomara un camino que llevara a verte) y Retorno Neptuno (Ad hoc para extraviarme contigo algunos días).

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