martes, 9 de septiembre de 2008

âsanas

Volví a soñar con ese gato negro con blanco que se mea en mis plantas, seguíamos con las retas de yoga, y en efecto me volvió a partir la madre, pero esta vez aceptó que he mejorado y que tengo buena actitud, nunca me lo dijo, pero ambos lo sabemos. Y ya en el terréno onírico, el sábado en la noche, estaba tan ebria, que en algún momento supe que necesitaba ayuda, me encerré en el baño, después de lograr bajar esas escaleras en las que vi tambalear a Tonalli una vez, intenté llamar a un amigo para que fuera por mi a esa fiesta rara y me sucedió lo que me sucede constantemente en sueños, que no puedo completar una marcación, como cuando homero con sus dedos gordos no puede marcar al número de emergencia. Nada, solo sueños recurrentes que se instalan en la realidad y viceversa.

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